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Vejiga Hiperactiva (Overactive Bladder)

Vejiga hiperactiva es un término que se usa para describir una condición consiste en orinar con mayor frecuencia o sentir más urgencia de hacerlo.

El tracto urinario empieza en los riñones que se encuentran detrás del abdomen. La sangre se filtra por los riñones que extraen el exceso de líquido y productos nocivos, produciendo orina. La orina entonces es transportada por tubos llamados uréteres hasta la vejiga. La vejiga está ubicada en la pelvis, en la parte inferior del abdomen. La vejiga almacena la orina hasta que se llena y luego la expele por la uretra. El sistema urinario es igual en hombres y mujeres desde los riñones hasta la vejiga. En los hombres la uretra es más larga y está rodeada por la próstata, una glándula que forma parte del sistema reproductivo.

La sensación de deseo de orinar se origina en la vejiga. A medida que la vejiga se llena, su sensores envían una señal indicando que es hora de orinar. Típicamente una persona orina cada 2 ó 3 horas durante el día y una vez durante la noche. Cuando se ingieren muchos líquidos los riñones producen más orina, la vejiga se llena con más frecuencia y la persona tiene que orinar más seguido. Diferente circunstancias pueden alterar y afectar el sistema urinario. Los sín-tomas urinarios que indican un cambio en las funciones de la vejiga incluyen frecuencia (la necesidad de orinar más seguido), urgencia (la necesidad de orinar tan pronto le den ganas), nocturnia (la necesidad de orinar frecuentemente durante la noche) y la necesidad de orinar poco después de que se haya vaciado la vejiga. También se puede experimentar ardor o escozor.

Los síntomas que se describen anteriormente pueden ser causados por una variedad de condiciones, incluyendo infecciones, cálculos, tumores y raras veces hasta problemas neurológicos. Frecuente-mente, sin embargo, estas condiciones se deben a cambios no específicos que ocurren en la vejiga. En estos casos los sensores en la vejiga están hiperactivos y mandan la señal de deseos de orinar con demasiada frecuencia. Además, los sensores pueden enviar una señal de que la vejiga "todavía se siente llena" aunque haya sido recién vaciada. Esto es similar a un termostato en la casa que envía con demasiada frecuencia una señal al calentador. El calentador se sigue encendiendo a pesar de que la casa ya está caliente.

Cuando se presentan síntomas, la evaluación generalmente empieza con un examen físico durante el cual el médico palpa el abdomen para cerciorarse de que no haya masas o aumento en el tamaño de los órganos abdominales. En las mujeres se puede hacer un examen pélvico para ver si hay aumento en el tamaño de las estructuras adyacentes a la vejiga. En los hombres se realiza un examen digital del recto para palpar la superficie de la próstata y poder descartar la posibilidad de prostatitis (infección o inflamación de la próstata) o cáncer. Se chequea la orina para determinar si hay células blancas o rojas. Se puede hacer un cultivo para descartar la posibilidad de una infección en la vejiga. En los hombres se puede hacer una prueba de sangre llamada PSA para ver si hay cáncer de la próstata.

En algunos casos se requiere una evaluación más extensa del sistema urinario. El sistema urinario superior se puede evaluar con ya sea un sonograma renal o un IVP (pielograma intra-venoso). El ultrasonido utiliza ondas sonoras para captar una imagen del riñón. El IVP consiste en inyectar una sustancia líquida, llamada medio de contraste, en una de las venas de la mano o del brazo. El medio de contraste se filtra a los riñones por los uréteres para hacerlos visibles en la radiografía. Ambos exámenes pueden también proporcionar información indirecta sobre la vejiga.

En algunos casos se examina la vejiga por medio de una cistoscopia o inspección visual directa de la vejiga y la uretra. Esto se lleva a cabo insertando una pequeña sonda de fibra óptica en la uretra y en la vejiga. El procedimiento se lleva a cabo con anestesia local en el consultorio del médico.

Cuando se han descartado otras condiciones y todo indica que se trata de vejiga hiperactiva, se pueden emplear varios tratamientos. Se puede recetar una dosis baja de un antibiótico leve para tomarlo a diario y evitar que se desarrolle una infección en la vejiga. Los antibióticos que se prescriben frecuentemente incluyen trimethoprim (Trimpex) y nitrofurantoin (Macrobid). Se pueden usar otros medicamentos además de los antibióticos para aminorar las señales que los sensores envían a la vejiga. Para ello se receta Detrol, Levbid, Levsin, Urise, Ditropan y Pyridium. Contrario a los antibióticos que hay que usar al pie de la letra, estos medicamentos se pueden usar cuando se requiera o cuando los síntomas así lo indiquen. Si los síntomas no son problemáticos, no hay necesidad de tomar las medicinas. Además, se puede recomendar una dieta especial para evitar las comidas y bebidas que irriten el sistema urinario. Por separado está disponible una lista que indica las medicinas que pudieran irritar la vejiga. Consumir alimentos en la columna de los alimentos que se deben evitar no representa un problema para la salud. No obstante, después de consumir estos alimentos puede que se note una agudización de los síntomas. El paciente entonces necesita escoger entre evitar los alimentos que le gustan o aguantarse los síntomas que estos le ocasionen.

En las mujeres se pueden presentar síntomas de vejiga hiperactiva cuando la uretra se estrecha. La uretra se puede dilatar en el consultorio introduciendo una serie de sondas que la ensanchan. A menudo la dilatación de la uretra en sí produce un alivio significativo de los síntomas. A veces se puede introducir en la vejiga un medicamento llamado Argyrol. Este medicamento tiene un efecto calmante en las paredes de la vejiga. El ensanche de la uretra o la aplicación de Argyrol pueden proporcionar alivio por un tiempo y si los síntomas vuelven a aparecer se pueden repetir estos procedimientos.

En fin primordial de la evaluación es confirmar si el problema se debe a vejiga hiperactiva y descartar otras causas que pudieran estar produciendo los síntomas que se describen. Al confirmarse el diagnóstico el próximo paso es controlar los síntomas. A veces los síntomas se pueden aliviar en unas semanas, otras veces toma más tiempo. Con las medidas mencionadas la mayoría de los pacientes notarán una mejoría. Y lo que es más importante, se les puede tranquilizar si se sabe que sus síntomas no son indicio de un problema que pudiera amenazar su salud.

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